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Vélez presiona y nunca se da por vencido

El análisis del campeón se puede dividir en dos: uno, el que respecta al partido con Huracán; el otro, el que abarca cuestiones más generales, que tienen que ver con las otras 18 fechas. En el primero, es imposible no incluir un asterisco con los errores arbitrales que definieron la pulseada en su favor, pero -más allá de eso- ¿cómo planteó Vélez el partido? ¿Por qué, pese a todo, siempre dio la sensación de estar más cerca del triunfo? Como se esperaba, salió a presionar en el campo rival, especialmente sobre los laterales. Zapata hizo un gran trabajo sobre Araujo, y Cubero sobre Arano. Moralez tomó a Bolatti, pero cuando se aseguró de que el volante ya no era alternativa de pase, enseguida dobló la marca sobre los costados. Vélez conquistó las bandas con Díaz y Papa, y le rotó las referencias a Huracán: Moralez podía aparecer como enganche, por la izquierda o por la derecha. Zapata hubo veces que rompió filas del medio hacia la derecha y Otamendi salió a cortar tan lejos y bien que casi fue un mediocampista más para recuperar el balón.

De una presión de Papa sobre Goltz llegó un mano a mano no concretado por Martínez. Allí también hubo un buen trabajo de Hernán López con su asistencia: el N° 9 erró el penal, pero se las ingenió para generarles espacios a sus compañeros. Incluso, en la acción del gol de Moralez, fue López quien ganó en lo alto ante Goltz. El último mano a mano de Monzón a Larrivey nació de otra asistencia del uruguayo. López, con 11 festejos, fue el jugador más influyente en la campaña.

El pecado de Huracán fue que se dedicó más a luchar que a jugar la final y que, sobre todo en el segundo tiempo, se metió muy atrás. Por un lado, es lógico porque la juventud de varios futbolistas hizo que a muchos les pesara mentalmente la responsabilidad de afrontar una instancia decisiva. Una de las excepciones fue Pastore, a quien le faltó juego, pero no actitud para encarar, gambetear y hasta recuperar pelotas. Por momentos, Huracán pareció un equipo timorato que sólo inquietaba con pelotas paradas (el gol anulado a Domínguez y otro cabezazo del defensor en el travesaño) y una prueba de esto es que, ya en el ST, Razzotti presionó mano a mano a Bolatti.

Por lo tanto, la mayor virtud de Vélez fue su solidez defensiva, que le permitió tener la valla menos vencida (13) y una sola derrota. Ricardo Gareca encontró su columna vertebral en Montoya, Otamendi, Papa, Cubero, Moralez y López, con una propuesta ofensiva en actitudes y cambios. Reacomodó el equipo ante las lesiones de Somoza, Cabrera, Moralez y Cristaldo, y le transmitió al grupo personalidad para revertir resultados y situaciones adversas.

Pizarrón y pases cortos
Christian Leblebidjian para La Nación

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