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Entrevista a Sergio Batista


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Pasaremos, con los de acá o de allá; pero, ¿y Diego?

Maradona voló buscando armar el rompecabezas que es hoy el equipo. También volaron sus planes que, como en los comienzos de cualquier DT, chocan contra la realidad.

La Selección se clasificará. No lo dudo; directamente o en el repechaje. El tema clave, el que más preocupa, es cómo poner en caja la situación de Maradona. Porque, aun yendo al Mundial, no evitará que se desconfíe de su capacidad. La decepción ha sido grande, es cierto, pero así y todo (ya lo explicaré) no deja de ser una situación normal. Es verdad que nos damos mucha manija y que enseguida ponemos en duda la clasificación para magnificar la ineficacia del DT. He hablado tres o cuatro veces de fútbol con él, y me impresionaron bien sus conceptos y su capacidad de análisis. Pero una cosa es pensar y otra poner en práctica lo pensado.

Yo me las sabía todas como jugador. Largué a los 36 años, empecé a dirigir a los 39... y duré cuatro meses. Como si nunca hubiera entrado a una cancha de fútbol. No sabía ni qué decirles a los jugadores. Le pasó al Bocha Maschio, debutante nada menos que en la Selección, en 1969, cuando yo era el capitán del equipo. No pudo hacer nada. Como a Diego, las circunstancias lo fueron dominando a él (y no al revés) y duró muy poco.

Dije antes que lo que sucede con Diego es normal porque, en cualquier profesión, no hay ser humano que se demuestre idóneo de un día para otro. Pero, ¿no se sabía eso? Sí, y se lo contrató igual. Le pusieron a Bilardo como consultor. Una ingenuidad, conociéndolo a Diego. Los ayudantes no son lo ideal, tal vez. Pero en todo caso los designa el técnico, como hicieron Bielsa, Pekerman y tantos otros.

A Maradona le pasa lo que a todos los técnicos cuando empiezan. Algunos lo pagan de entrada. Otros, como Simeone que fue campeón enseguida, lo hacen después. Pero todos pasamos a ponernos por ventanilla. Hay un momento en que se nos queman todos los papeles. A la mierda las teorías y la fantasía de creer que uno es capaz de todo; hasta de hacer jugar bien a los que no saben. Es el momento en que se hacen trizas las ilusiones, el tiempo de las realidades. Diego estará destrozado, debe sentirse el tipo más desgraciado del mundo. Ha salido de peores, pero siempre poniendo el cuerpo él. Ahora no. Puede, sí, humildemente, tomar como un aprendizaje todo lo que pasó.

Es la única forma de sobrevivir que tenemos los técnicos. En esta tarea, los grandes triunfadores fueron los más castigados. Ojalá que a Maradona le sirvan los palos que recibe y recibirá. Porque, claro (viejo placer argentino) ya tenemos al culpable. Los demás somos inocentes... Nos vamos a clasificar, con el equipo "de allá" o con el "de acá". La cuestión es cómo sigue Diego...

Por Roberto Perfumo para el Diario Olé. Martes 1/09/2009

El "Mariscal" fue jugador de Racing, Cruzeiro y River; también jugó en la Selección Argentina (37 partidos, entre ellos los mundiales 66 y 74). Es Director Técnico de Fútbol y Psicólogo Social. Actualmente escribe para el Diario Deportivo Olé y conduce el programa "Hablemos de Fútbol" por ESPN Deportes

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Boca mira la pelota y no la marca

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Análisis Táctico: Paraguay - Argentina



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Crisis de talento en Argentina

Los jugadores argentinos que emigran siempre se quedan con ganas de volver a su origen. Con la carrera resuelta, muchos vieron el campeonato argentino como un lugar en el que dejar, por fin, su parte de amateurismo. Hasta hace unos años, esto chocaba con la realidad. Los veteranos, que estaban en declive, en su regreso encontraban mucha competencia. En las canteras había abundancia de talento formado y joven. El nivel era tan competitivo que había para escoger varios jóvenes por puesto. Ante esta disyuntiva, los entrenadores preferían al que estaba creciendo. Desde hace cinco años, los clubes están acogiendo a jugadores consagrados. Simeone, Kily, Verón, Solari, Palermo, o Riquelme, son algunos casos. Esta inmigración al revés es señal de falta de figuras. Dice mucho de cómo está el fútbol argentino.

La crisis viene de la mano de una señal contradictoria. Cuanto mayor ha sido la pobreza de talentos, más ha sido el número de jóvenes que se han ido a otros países. Se van futbolistas de todo tipo, sin cumplir con los requisitos que antes demandaba el mercado. Ya no es necesario tener estabilidad en un grande, o ir a la selección, para que el joven sea traspasado al extranjero. Basta con que haga algunos partidos buenos porque hay compradores. Se van diversificando: Serbia, Turquía, Croacia, Rusia, países árabes... Se van demasiados. Sin tiempo para madurar en Argentina, y dejando los equipos locales sin jugadores de calidad, con la prensa y el público reclamando ídolos.

Argentina y Brasil comparten un mismo problema. Los talentos no han desaparecido de las calles. Lo que ha bajado es la calidad de los jugadores en los clubes porque el programa de desarrollo está fallando. Los chicos pasan a ser profesionales sin desarrollarse. Sin estar formados, consiguen cosas económicamente buenas. Los equipos del campeonato local se quedan sin sus jóvenes porque son traspasados demasiado pronto a otras Ligas, y se pierden.

Al fútbol argentino le va bien cuando se acepta el trabajo. Ahora hemos vuelto para atrás. Hemos regresado al modelo vigente en las décadas de los cincuenta, sesenta y setenta, cuando el fútbol nacional vivía en la autoindulgencia, librado a la improvisación, y a la aparición espontánea de superdotados. Yo pertenezco a la generación que admiró las hazañas de aquellos individualistas que fracasaban Mundial tras Mundial. Una vez Checoslovaquia nos metió seis goles, otra nos eliminó Perú en cancha de Boca, en 1974 nos humilló la Naranja Mecánica... A partir de la década de los ochenta se empezó a crear una estructura. Se gestó un mecanismo impresionante de crear futbolistas. En ese proceso se consiguieron cinco campeonatos sub 20 y dos medallas olímpicas, y en los Mundiales, Argentina siempre estuvo entre los candidatos al título.

Desde hace unos años, en Argentina predomina la desconfianza en el trabajo y la rentabilidad sin esfuerzo. Todo lo contrario que España, que trabajó con los juveniles sus bases de identidad. Contra Brasil, la selección argentina afrontará el primero de los cuatro partidos que le quedan para intentar clasificarse para el Mundial. Será una empresa difícil. Espero que lo logre, porque tiene jugadores extraordinarios. Si es así, espero que el éxito nos sirva para aprender la lección y reconstruir nuestro fútbol.

Por José Pekerman para el Diario EL PAIS (España). 04/09/2009

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Público caliente, aliento, pero ojo a la contra de Brasil

Al margen de las endebles razones para cambiar de escenario, hay que estar atento a un equipo que en tres jugadas puede liquidar. Defendiendo bien, se le gana.

Fines del Metro 75. El River de Labruna se caía. Habíamos tenido una ventaja de diez puntos (épocas de dos por triunfo), pero asomaba otra frustración luego de 18 años sin títulos. Perdíamos afuera y en casa. En la vieja concentración del club, y después de caer ante Boca, le dije a Angel: "Habría que irse de acá, no se soporta la presión de los hinchas. Vayamos a un lugar más tranquilo". Y él me contestó: "Si ya nos dicen gallinas, imagine si nos vamos y perdemos igual: gallinas para siempre". Un signo de coraje. Nos quedamos y fuimos campeones.

Recordé este diálogo cuando Maradona, y después los jugadores, "empezaron a irse" de la cancha de River. La excusa era el piso; sin sentido, había tiempo para mejorarlo. En realidad, pedían el cambio de escenario sólo por razones de ayuda externa: "La gente está más cerca", "el rival lo siente...", etc. Lo real es que han quedado entrampados en sus propios argumentos, y autoobligados a ganar sí o sí. Una presión extra, altísima. Como decía Labruna, el juicio de la gente será implacable. Y, aunque haciendo números hasta un empate ayuda, ni eso servirá.

Viví la experiencia de quedar afuera de un Mundial (México 1970); y jugando en la cancha de Boca "porque el público está muy cerca". Tuve mil vivencias de ese tipo. Perder partidos de Copa siendo locales con la esperanza de tener más apoyo y de que el rival arrugaría... Si nuestros jugadores creen que van a ganar porque cambiamos de cancha, estamos perdidos.

Lo que serviría es aprovechar la ocasión de dar el gran salto de calidad que necesita esta Selección llena de estrellas, hasta ahora de poco brillo. Si no, todo terminará en lo de siempre; y las excusas no ganan partidos. Al margen del aliento de los que son de palo, porque están afuera, lo que interesa es Brasil; un equipo que encontró su "comodidad". Como todos los grandes de la historia, funciona como los dioses de contragolpe. La clave es no recibir el gol de entrada, porque luego te puede liquidar con tres jugadas. Recomponer enseguida el sistema defensivo con jugadores rápidos para volver, y de movimientos también rápidos para el mano a mano. Defendiendo bien, seguro que ganamos.

Hay delanteros como para meterla, y con el arco en cero con un gol me conformo. Pasar la línea de la pelota y presionar para recuperar. Eso no les gusta. Jugué cuatro años allá; a quien más le temen es al jugador argentino. Acá, la gente alentará si le llega el mensaje de lucha del equipo. Si no, no hay caso, por más cerca del campo que estén los hinchas.

Por Roberto Perfumo para el Diario Olé. Martes 1/09/2009

El "Mariscal" fue jugador de Racing, Cruzeiro y River; también jugó en la Selección Argentina (37 partidos, entre ellos los mundiales 66 y 74). Es Director Técnico de Fútbol y Psicólogo Social. Actualmente escribe para el Diario Deportivo Olé y conduce el programa "Hablemos de Fútbol" por ESPN Deportes

MÁS INFORMACIÓN

· Argentina jugando por Eliminatorias en el Estadio de River Plate jugó 41 partidos: ganó 30, empató 10 y sólo perdió 1 (el famoso 0-5 contra Colombia, justamente un 5 de septiembre, pero de 1993). A Brasil se le ganó en el 2001 (2-1) y en el 2005 (3-1). Jugando por el Mundial 78, jugó 4 partidos más: ganó 3 (entre ellos, la final contra Holanda) y perdió 0-1 contra Italia (razón por la cual tuvo que ir a jugar a Rosario la 2º Ronda).

· Nunca se jugaron partidos oficiales por Eliminatorias en el Estadio de Rosario Central, pero si por el Mundial 78. Se jugaron 3 encuentros: se ganaron 2 y se empató 1, justamente contra Brasil (0-0)

· Si hablamos de presión para atemorizar al rival por tener cerca a la gente, cualquier ingenuo pensaría en La Bombonera, el Estadio de Boca Juniors. Casualmente fue ahi donde en 1969, en las Eliminatorias de México 1970, Argentina quedó afuera por primera vez (por razones deportivas) de un Mundial, tras empatar con Perú (2-2)

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El rebote, el mejor aliado del optimista



Carlos Bianchi les pedía a sus jugadores, en especial a los enganches (que debían llegar al punto penal) y a los delanteros, que siguieran las jugadas hasta el final; que nunca dieran una pelota por perdida. La jugada no termina hasta que termina, solía decir. ¿A qué se refería? A que un equipo ganador, entre otras cuestiones, debía tener incorporados los rebotes en el área rival como una nueva chance para convertir. En la 2° fecha del Apertura, hubo goles decisivos que se generaron en acciones con rebotes.

1) Nieto (Colón) a Racing: a Santillo lo sorprendió el remate de larga distancia de Rivarola; no desvió la pelota por encima del travesaño y la dejó corta. Nieto, artillero con olfato aunque sin demasiada efectividad, la cabeceó al gol. Si bien el lateral prueba seguido con esa fórmula, el error del arquero no estuvo en el rebote, sino en reclamarle off-side al línea antes de levantarse rápido y seguir con la jugada. Si se hubiera preocupado por continuar la acción y atajar la pelota, lo habría hecho.

2) Otamendi (Vélez) a Arsenal: tras el tiro libre de Moralez al 2° palo, Otamendi le ganó a Yacuzzi y metió la bola en medio del área chica; cabeceó López; Campestrini dio rebote y Otamendi anotó de zurda. El mérito del defensor fue que, luego del primer impacto, no se desentendió de la jugada. Al contrario: no bien cabeceó, picó hasta casi la línea del arco por si había un rebote y... festejó en un encuentro que hasta allí se le había presentado difícil a Vélez. El equipo de Gareca es uno de los que más explotan este recurso.

3) Salgueiro (Estudiantes) a Gimnasia: capturó un rebote detrás de la barrera, después del tiro libre de Benítez y no dudó: levantó la red del arco de Sessa. Estaba en el lugar justo en el momento indicado, aunque recibió la colaboración de Maldonado, que -inexplicablemente- habilitaba a todos.

4) Cáceres (Boca) a Lanús: nació de una tercera jugada de un córner. Mouche tiró un centro bajo al primer palo; Cáceres remató de derecha y la pelota rebotó en Fritzler. El defensor la tomó otra vez como venía de zurda, a gran velocidad, cerró los ojos y anotó el 1-0.

También figuran la acción del penal de San Lorenzo (en el segundo intento, Sebastián González pateó desde el piso y generó la "atajada" de Sigali); el gol de Gandín en Tucumán y el de Franzoia para Central (toda la defensa de Tigre salió, pero sin marcar). Hubo muchas acciones de este tipo. ¿El bonus track ? La contrafigura se vio en Rosario. Huracán y Angel Cappa están con tanta bronca por los traumas de los refuerzos y el poco tiempo de trabajo que el tiro libre del Rengo Díaz dio en el ángulo y el rebote de Schiavi, en el palo. No será sencillo, pero, más allá de todo, si el DT tiene la confianza "desgastada", quizá sea el momento de recuperar el optimismo.

7 de los 10 partidos tuvieron goles y acciones de rebote decisivas. Nieto, Otamendi, Salgueiro y Cáceres hicieron el 1-0. Franzoia el 2-1 y Gandín el 1-1. González forzó el penal de Sigali en Mendoza.

Por Christian Leblebidjian para La Nación
cleblebidjian@lanacion.com.ar

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