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El buen técnico se ve si elige bien a sus jugadores



"Ya no sé más qué hacer", dijo Hugo Tocalli después del partido que su Quilmes empató en Rosario contra Newell's. De no haber malogrado un penal sobre la hora, el Cervecero hubiera conseguido su tan anhelado primer triunfo. Es una frase que, leída linealmente, presupone que el técnico agotó su repertorio. Nada más alejado de la realidad. Tocalli es un hombre de muy fuertes convicciones, y de un enorme caudal de conocimientos, ya demostrados en selecciones juveniles y en Mundiales, junto a Pekerman con la mayor, Colo Colo, etcétera. No tiene que rendir ningún examen. Pero la picadora de carne sólo sabe de resultados.

El 80 o el 90% de los técnicos de todas las categorías están en la misma situación que Tocalli. Por eso a veces, medio en serio y medio en broma, digo que en el curso de técnico falta agregar una materia que debería responder a una necesidad muy actual. Tendría que llamarse así: Cómo armar un buen equipo en 60 o 90 días. Después surge la pregunta clave: ¿quién puede dar esa materia como profesor?

Labruna, que bien podría haber sido el maestro, decía sobre la formación rápida de equipos: "Los partidos y los campeonatos se ganan antes de empezar a jugarlos". Se refería a la elección de jugadores. "Si usted elige bien, los que puedan jugar bien entre ellos (no sólo personalmente), tiene el 80 por ciento del trabajo hecho. Si elige mal puede laburar cinco turnos por día que no irá ni para atrás ni para adelante".

Viene al caso un recuerdo con el Toto Lorenzo cuando armaba su Unión (1975). Lo encuentro y le pregunto cómo va. "Por ahora meto la mano en la bolsa y saco todos gatos grises; ninguno de angora". Después los encontró y armó un cuadrazo. Tanto Angel como el Toto, y tantos otros que tenían ojo de lince para elegir los jugadores en aquel tiempo, hoy correrían con las mismas desventajas que Tocalli y todos los técnicos. Los jugadores que la mayoría elegiría no están en el país. No se cuenta con los jugadores que quieren sino con los que pueden. Cada técnico tiene por naturaleza su esquema mental-táctico propio, y a partir de esa idea colocan los muñequitos (jugadores). Labruna los elegía para atacar. Lorenzo, para contragolpear, y como siempre pasó, y va a pasar en el fútbol, gana el que elige mejor.

Ahí está la diferencia. Trabajar, trabajan todos. Pero elegir no puede casi nadie. Por eso, no es casual: los equipos argentinos son todos parecidos. Hoy, no poder elegir es casi seguro el fracaso. Y sólo trabajando, nadie fabrica cracks ni buenos equipos. Tocalli "no sabe qué más puede hacer", porque hace todo, pero milagros, no.

Por Roberto Perfumo
Diario Olé - 11/10/2010

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Rui Faria, un preparador físico diferente

Nada de gimnasios, nada de circuitos, nada de dar vueltas al campo. Ni tests físicos ni cardiofrecuencímetros. El gimnasio sólo es para recuperarse de las lesiones. Y esto tanto en pretemporada como en plena temporada. Rui Faria (y por tanto Mou) entiende que la organización del juego es la base, y no valora demasiado el aspecto físico. Ésto que puede parecer una contradicción en un preparador físico, no lo es tanto cuando la base del rendimiento es la organización del juego. Y la organización del juego que desarrollará Mourinho con el Real Madrid, no entiende ni de indicadores ni de cifras sobre la forma física.

Es muy probable que Kaká vuelva a recuperar su mejor estado de forma, y es un hecho que las historias de enfermería que han lastrado al equipo, pasen a formar parte del pasado.

Cualquiera que se asome a la trayectoría de José Mourinho, no puede evitar hacerse las siguientes preguntas: ¿Cómo? y ¿Por qué? Por qué es el mejor entrenador del mundo. Cómo lo hace. Sin embargo, el trabajo de Mourinho no tiene demasiados secretos. Uno de los pilares básicos de su fútbol se concreta en la figura de Rui Faria, un preparador físico diferente, al que Mourinho define como "su complemento".

Nos dicen, Mourinho nos dice, que la metodología de entrenamiento que desarrolla en los equipos a los que dirige sitúa la tarea física en un plano secundario. Cuál es el papel que juega, entonces, su preparador físico. Cómo se integra Faria en un modelo de rutina en el que los picos de forma, el gimnasio y la carrera contínua han pasado a ocupar un segundo lugar.

La clave la ha explicado el propio Mourinho:

“Mi equipo usa una metodología que rompe con todos los conceptos tradicionales del entrenamiento analítico. Entrenamos según un concepto al que llamamos ´ínterligación de todos los factores´ donde trabajamos todo simultáneamente, inclusive el factor motivacional”.

“Rui es mi complemento. En verdad no lo llamo preparador físico, porque es mucho mas que eso además ese concepto no existe en nuestro modelo de trabajo, ya que ejecuta y coordina una gran parte de nuestra metodología de entrenamiento”.

Por lo que hemos podido ver en estos escasos tres días de sesiones en Valdebebas, a Mourinho no le gustan los entrenamientos largos. Los ejercicios son muy dinámicos y con un tiempo de utilidad altísimo, prácticamente sin tiempos muertos, con transiciones de situación para situación con recuperación rápida. De hecho, los entrenamientos no suelen durar más de hora y media.

Atrás han quedado los entrenamientos tristes y pachangueros de Pellegrini. El gimnasio está ahora para recuperarse de las lesiones según lo que diagnostique el equipo médico. Los jugadores del Real Madrid tendrán que pensar. Mourinho define el modelo de juego y la concentración. Creo que, con el portugués al mando, por fin el Real Madrid sabrá a lo que juega.

"¿Ha visto alguna vez a algún pianista correr alrededor del piano antes de empezar a tocar? En nuestra metodología tampoco damos vueltas alrededor del campo" (Rui Faria, preparador físico del Real Madrid).

Fuente: http://www.oleole.es/blogs/de-setubal-a-madrid

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Vale pelear por la pelota: pelear sin ella no es fútbol

"Cuando el jugador no quiere, el referí no puede", dice Javier Castrilli. Hoy, entre los que "no quieren", yo agregaría a técnicos y dirigentes. Claro, hay excepciones (Sabella, Cocca, y algún directivo de Vélez, el Pincha o Lanús). Pero en general revelan altos niveles negativos. De seguir así no podrán seguir jugando los futbolistas ni disfrutándolo los que miramos. En esencia el fútbol es primero un encuentro; y luego un ponerse de acuerdo para empezar a jugar. Las voces fundadoras son las del potrero o las de los puertos, donde lo jugaban los ingleses y los chinos. "Hay colada", decíamos al llegar al picado del barrio con la intención de prendernos. Y alguien contestaba: "Sí, entrá para ellos". Sin que quedara muy en claro quiénes eran "ellos", uno entraba. Acuerdo sellado, a jugar. El fútbol profesional, aun con millones de por medio, también se basa en un acuerdo. Estamos dispuestos a jugar, gratis o por guita. Pero sin este acuerdo, lúdico o material, no hay fútbol. Por eso digo: ¿cómo seguimos?

No hay modo de acordar entre árbitros, jugadores y técnicos. Es público y notorio el desacuerdo, no se quiere jugar y la pelea es permanente. Los técnicos no quieren: muertos en la semana, resucitan el domingo, si ganan. Si pierden los entierran. Los hacen dirigir planteles de jugadores jóvenes que viven pensando en Europa y de veteranos de regreso. Choque generacional en el vestuario y en la cancha. Además, cuestionados eternos, son los culpables de todos los males. Entonces, el DT pone en el árbitro todo lo malo (los problemas de su profesión, las agresiones, su infelicidad). Es la llamada transferencia. El futbolista también se aparta del juego. Suele simular tanto que hasta simula jugar.Vive presionado, irritado, lo aman, lo putean, entregó su yo al humor de la gente. Si dicen que soy bueno, lo soy. Si dicen lo contrario, así será. También transfiere su frustración al árbitro, y cuando empieza a protestar queda anulado para jugar. Finalmente, los referís, justamente. Se les nota el alivio cuando pitan el final, a veces terminan antes los partidos...

Y recuerdo este episodio. Jugábamos con River en Tucumán. Luego de errar un par de fallos al árbitro lo rodean, lo putean... Me acerco a él: "Tranquilo García (así se llamaba), esto pasa rápido". Sí, pasó, terminó bien; y en el avión de regreso me dijo: "¿Sabe qué solo se siente uno en la cancha? Usted me habló y me sentí acompañado". Yo siempre traté de ser compinche, nunca los insulté, hice la de Bilardo: les hablaba todo el rato y se iba súperamigo. Pero..., futbolistas y árbitros teníamos un acuerdo: queríamos jugar.

Por Roberto Perfumo
Diario Olé - 04/10/2010

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