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"Juegas como entrenas, entrena como quieres jugar"

Ponencia de Juan Carlos Garrido en el Congreso Internacional de Valencia

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Primero el jugador, luego el sistema...

Boca no sólo ganó una final ante Racing. También refutó el repetido dogma del fútbol que dice que dos centrodelanteros no pueden jugar juntos. Viatri y Silva se complementaron como dupla, convirtieron goles y fueron parte del rediseño del equipo.

Hay técnicos que tienen un molde y lo van rellenando de jugadores. Otros se subordinan a las características de los futbolistas. En el fútbol las estructuras no deben ser muy rígidas, aunque haya conceptos dominantes. Los entrenadores herméticos (en términos de ocupación de espacios) no negocian el sistema. Pero la primera consideración en el armado de un equipo debería ser el jugador y su capacidad de resolución. El jugador no es una posición. Bielsa decía que dos 9 juntos se estorban y por eso decidió ampliar la cancha con extremos. Ahora bien, ¿de qué sirve poner a dos por afuera junto a un 9 si para eso, quizá, debo dejar a otro futbolista que puede aportar mejores matices? La búsqueda tiene que apuntar a la eficiencia. Por eso es válido renunciar al sistema (ya que no tiene vida propia). Se trata de ganar calidad y buscar las variantes que, a partir de las capacidades restantes, se acomoden al entorno.

De ahí que insisto con la idea de que dos centrodelanteros pueden ser compatibles aun teniendo la misma función. La afinidad de ambos y la inteligencia para jugar resultan más significativas que la situación geográfica en el campo. O sea, es más relevante la capacidad de resolución que la ubicación. Y a partir de eso surge el entendimiento, que debe apoyarse en la interacción con el resto del equipo.

Nadie discute que cuanto más ancho se haga el terreno, más se podrá estirar al rival. Si se centraliza, si no hay creatividad, si no se sale jugando por abajo y si no se ensancha la cancha, las posibilidades de progreso y definición van a ser escasas. De modo que, jugando con dos por adentro, es fundamental encontrar alternativas de juego a partir de las subidas de los laterales y volantes externos. Boca en este nuevo formato las encuentra con Clemente y Sánchez Miño, con Sosa y Ledesma.

Es prematuro hacer un juicio de lo que puede brindar la sociedad Viatri y Silva. Por lo pronto, ofrece muchas variantes: cuando uno pica por afuera, el otro se mantiene centrado; cuando el equipo consigue el desborde, los dos van por adentro; cuando Viatri se tira para atrás, Silva sabe que se debe quedar sujetando a los centrales; cuando uno arrastra la marca, el otro debe atacar el espacio -como en el 1-0-.

Viatri tiene buena relación con la pelota, juega bien en espacios reducidos y dispone de virtudes que le posibilitan cumplir funciones de enganche. Que quede claro, no es un enganche. Sin embargo, saliendo como punta y recibiendo como medio en la zona de tres cuartos, es capaz de conectar a Silva con los de atrás.

El gran secreto es que ambos reconocieron inmediatamente qué debían hacer. Eso lo otorga el instinto. Más allá del ensayo, el futbolista soluciona situaciones de juego de acuerdo con su lectura... Cada uno se adaptó a la característica del otro. Silva y Viatri nos devuelven, entonces, al dilema del comienzo: nunca hay que desligar al jugador ni entregarse totalmente al sistema. En ese caso estaríamos haciendo un fútbol mecánico.

Por Diego Latorre (@dflatorre)
Diario Olé. 11/08/2012

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