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Fútbol y cultura, esa es la cuestión

Por Alejandro Di Lázzaro
De la Redacción de LA NACION


La línea es muy difusa, casi imperceptible. La vehemencia de Alejandro Apo para argumentar arrastra esa línea contra un extremo. Y no tiene dudas cuando sentencia: "El fútbol y todo lo que tiene que ver con el fútbol es parte de la cultura". Claro, el hombre que habla con postura de profesor está impregnado de fútbol y de barrio casi en partes iguales. Y también de literatura...

El debate se reabre, pues: ¿el fútbol es parte de la cultura? Una duda que intelectuales y futboleros llevaron al límite de la tensión sin mirarse a la cara durante décadas. No es que ahora tenga una sentencia definitiva, pero la aparición del libro Y el fútbol contó un cuento, que acaba de salir, es una buena aproximación.

La pluma inolvidable de Isidoro Blaisten, la frescura en la escritura de Roberto Fontanarrosa, la elegancia en el decir de Mempo Giardinelli, la gracia para contar de Juan Sasturain y la profundidad narrativa de Mario Benedetti, por citar sólo algunas espadas de esta antología que editó Alfaguara, se "bajan" al campo de la pelota y su gente para contar historias pícaras, conmovedoras y profundas.

¿Se bajan? Salta Apo con su tono de voz grave y resonante: "El fútbol es un vehículo de ideas y de sentimientos. Los intelectuales hacían síntesis cuando te querían atacar, cuando no oían las voces que salían de la ebullición del barrio. Decían: ‘dejalos, son futboleros’. Un ataque a lo popular, en verdad".

Apo no es ni escritor ni actor, pero seleccionó estos cuentos y prologó este libro y desde hace diez años encabeza con gran éxito un espectáculo sobre el fútbol, la literatura, la música, con el que recorre la Argentina. Claro que su voz se asocia con el comentario dominguero (o cuando sea, hay fútbol todos los días, casi) al lado del Víctor Hugo Morales, por radio Continental, desde donde también le pone calidez a cada madrugada con su ya clásico Dondequieras que estés.

Con algunos pergaminos que dan los años y los logros de la profesión, Apo se da el gusto de mantener viva la pelea por hacer entender que el fútbol es parte de la cultura.

"Los futboleros no sólo somos personas que hablamos de fútbol. Somos tipos involucrados en la cultura popular. Algunos intelectuales se cerraron y quisieron hacer creer que, por ejemplo, Fontanarrosa era un escritor menor porque escribía de fútbol y de humor... No, los futboleros también leemos a Unamuno y sabemos qué es La madre, de Gorki; no somos estúpidos. Eso es una posición política: la discriminación, los animales, los cabecitas negras... Ahora los intelectuales están mucho mejor porque ven que pierden el tren si se quedan afuera de la cultura popular ¡Cómo vas a dajar afuera de la cultura popular al Negro Dolina! Los dioses griegos con los muchachos del barrio... El fútbol es un magnífico patio para contar historias de la gente. Muchas veces la pelota es la excusa", dice duarante la charla con LA NACION en el reservado de un Café Tortoni repleto.

Alejandro Apo se reconoce como un tipo de barrio. Era de Villa Urquiza. Y recuerda aquellos años de su niñez y juventud con añoranza. "En casa el fútbol era un lenguaje: mi viejo, el verdadero Apo [Alfredo, el creador de la Polémica en el fútbol] me mostró el camino... la vocación la tenía dirigida. A mi casa venían Panzeri, Ardizzone. Y Mario Trucco, un maestro para mí", memora.

Es cierto que no hace falta indagar demasiado en por qué tiene marcado a fuego el sello del fútbol. Hay también una explicación para su pasión por la literatura: "En casa, mi mamá, que aún ahora sigue enseñando a leer cuentos, organizaba después de cada comida, por la noche, lecturas en voz alta. Cada uno de ellos y de mis hermanos leía un cuento y después lo dicutíamos. ¿Sabés lo que era para un chico que su opinión fuera escuchada y respetada? Yo aprendí a leer a Cortázar y a Borges de pibe, con mi familia..."

Con esos argumentos como pilares retoma el debate.

"El fútbol es un juego de hombres, no de matones. A los futboleros nos discriminaron mucho, nos metieron en el clima de que somos todos violentos, energúmenos... ¿Por qué? Decían ellos, los intelectuales, que sólo se habla de la pelota o de la jugada. Es como un mandato para degradar.

-Pero el fútbol da argumentos con la violencia, la discrecionalidad...

-No hablemos, no hablemos. Ahora el fútbol no tiene salida. Pero ése no es el fútbol que añoro... éste es un fútbol de la TV, del show bussines. ¡Los árbitros le dan un beso a los jugadores! Mirá si el Pato Pastoriza, Perfumo, el Coco Basile se iban a bancar eso.

-Entonces el fútbol...

-...es cultura popular. Es una fascinante mezcla de libros y calles. Y el fútbol es también eso: el potrero y el mundial...

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Riquelme Sin Cassette

Entrevista realizada en el programa Sin Cassette











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Instrucciones para elegir en un picado

Cuando un grupo de amigos no enrolados en ningún equipo se reúnen para jugar, tiene lugar una emocionante ceremonia destinada a establecer quiénes integrarán los dos bandos. Generalmente dos jugadores se enfrentan en un sorteo o pisada y luego cada uno de ellos elige alternadamente a sus futuros compañeros. Se supone que los más diestros serán elegidos en los primeros turnos, quedando para el final los troncos. Pocos han reparado en el contenido dramático de estos lances. El hombre que está esperando ser elegido vive una situación que rara vez se da en la vida. Sabrá de un modo brutal y exacto en que medida lo aceptan o lo rechazan. Sin eufemismos, conocerá su verdadera posición en el grupo. A lo largo de los años, muchos futbolistas advertirán su decadencia, conforme su elección sea cada vez más demorada

Manuel Mandeb, que casi siempre oficiaba de elector, observó que sus decisiones no siempre recaían sobre los más hábiles. En un principio, se creyó poseedor de vaya a saber que sutilezas de orden técnico, que le hacían preferir compañeros que reunían ciertas cualidades. Pero un día comprendió que lo que en verdad deseaba, era jugar con sus amigos más queridos. Por eso elegía a los que estaban más cerca de su corazón, aunque no fueran tan capaces.

El criterio de Mandeb parece apenas sentimental, pero es también estratégico. Uno juega mejor con sus amigos. Ellos serán generosos, lo ayudarán, lo comprenderán, lo alentarán y lo perdonarán.

Un equipo de hombres que se respetan y se quieren es invencible.

Alejandro Dolina
Crónicas de un ángel gris

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