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Abal y su propio dilema

Lo acontecido en el Bajo Flores me remonta al partido que dirigí entre Suiza y Corea en el Mundial 2006: un defensor coreano interceptó el pase de un jugador suizo y le terminó desviando el balón (gesto técnico) hacia otro jugador contrario en posición adelantada, que avanzó y convirtió el gol. Lo convalidé, aunque mi asistente había levantado la bandera por no advertir que "el pase" venía del jugador opuesto. Es que en ese entonces, sí se podía ganar una ventaja, de esta forma.

No obstante, era bien sabido hasta por el más despistado, que siempre que el balón rebotase en un defensor y consecuentemente sea tomado por un delantero contrario en posición adelantada, se consideraría, en todos los casos, fuera de juego.
Por aquel entonces, se instruía a los árbitros entre la diferencia de un rebote (movimiento involuntario) y un gesto técnico (un rechazo).

Luego del partido, recibí mil felicitaciones y catalogaron dicha jugada como "La jugada del Mundial". La misma sirvió para instruir a todos los árbitros en el mundo, utilizándose en incontables ocasiones durante las capacitaciones internacionales (Work Shop).

Aquella jugada potenció el debate de cómo debiera ser interpretado "ganar una ventaja" en un fuera de juego, por parte de la FIFA y la International Board (únicos entes autorizados para interpretar y modificar las reglas de juego).



Y fue a finales de 2008, previo al mundial de Sudáfrica, que decidieron cambiar la interpretación y comenzar a instruir a los referees acerca de un nuevo enfoque: juzgar la posición del atacante "fuera de juego", a partir del pase o remate del propio compañero; independientemente de lo que ocurriera ejecutado el disparo (que impacte en el palo o que rechace el arquero u otro defensor entre los más comunes).
Este nuevo concepto, presentado oficialmente en el Mundial de Sudáfrica 2010, fue el que no rigió ayer en nuestro fútbol, en el partido entre San Lorenzo y Colón en la jugada que terminó en el empate del visitante.

A los 67 minutos de juego, tras el remate al arco de Curuchet (Colón) y el rechazo de Palomino (San Lorenzo), la pelota salió disparada hacia la zona del córner donde estaba ubicado en posición adelantada Higuaín (Colón). Allí, en su zona, el Asistente 2, Julio Fernández, levantó la bandera para indicar el fuera de juego del jugador de Colón, a lo que Abal le indicó rápidamente que la bajase.



Los jugadores de ambos equipos, de frente al línea (y de espaldas a Abal), "supusieron" la posición adelantada de Higuaín- que aunque éste tiró el centro-, se desentendieron del juego, y permitieron infantilmente a Garcé empujar por inercia la pelota, sin siquiera la resistencia del arquero azulgrana.

¿Por qué los jugadores de ambos equipos se desentienden del juego sin confirmar la decisión final del árbitro? ¿Perdieron en masa la atención en el partido? Eso pudo tildar de graciosa la situación. Pero hay una clara lección: Los jugadores sólo deben desentenderse del juego cuando el árbitro hace sonar su silbato para interrumpirlo. En este caso como el silbato nunca sonó, no deberían haber dejado de jugar.

De todas maneras, a partir de la convalidación del gol por parte de Abal, todos los jugadores de San Lorenzo fueron a reclamarle al asistente (que había levantado la banderola). Abal también se acercó a Fernández y habló con él pero no modificó su decisión.

Lo que a mí particularmente me llamó la atención es la diferencia en la interpretación del concepto: "Ganar una ventaja en un off side", que existió entre Abal y Fernández. Porque si bien se capacitaron y se siguen formando en el mismo Departamento Arbitral, tienen conceptos muy distintos. En este punto, considero importante destacar la actitud del asistente Fernández: nunca perdió el control ante su propia decisión, la presión de los jugadores de San Lorenzo y la desautorización y la decisión del principal colegiado.

¿Existió un problema de trabajo en equipo? ¿Fue un tema de escasa confianza? ¿O simplemente Abal no supo descifrar la información de su asistente? Las únicas respuestas a estas preguntas las tienen el equipo arbitral. Lo cierto es que el gol, estuvo mal avalado.

Por Horacio Elizondo
http://ar.deportes.yahoo.com/blogs/elizondo/abal-y-su-propio-dilema-113624806.html

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La “ilógica” del fútbol tiene una lógica particular

El fútbol es el juego más explicable y, por lo tanto, más lógico del mundo. ¿Cosa de locos? No lo es. Consideremos tres eventos que nos sacudieron. El Bilbao de Bielsa fue el primer "inexplicable". Goleó (sí, le hizo tres) en Inglaterra al Manchester United; increíble hazaña. River no pudo con Defensa y Justicia. Fue 3 a 3 y casi lo pierde. Y el Rojo y Boca concretaron el "milagro" de hacer nueve goles entre ambos, y de recordarnos los partidos "de antes". En los tres casos se dieron circunstancias muy parecidas. Los seis equipos salieron a atacar, a presionar en campo rival. Se dio la lógica: hubo tres goleadas y malos trabajos defensivos. ¿Errores forzados o no forzados? Hubo de todo. Pero sin el ataque continuo no hay errores.

En las goleadas los defensores vemos más las fallas en defensa y menos las virtudes del atacante. Por ejemplo, en el quinto gol del Rojo paga Schiavi, pero es Farías quien lo hace fallar. El Bilbao presiona en campo rival y juega bien la pelota. Bielsa lo cambió en ese aspecto. Nunca teme perderla, entonces se da la lógica: juegan y hacen goles. En River, Almeyda metió a Trezeguet y sacó a un volante. Clarísimo: "vayan y ataquen". Lógico, metieron tres goles. Lógica fue también la decisión de Ricardo Rodríguez, DT de Defensa: atacar, lastimar sin temor a la contra de River. Funcionó, y hubo seis goles. En Independiente, el interino Cristian Díaz no tuvo miedo (el coraje es el gran aliado de la lógica). Otros –yo mismo, por caso-- no se hubieran animado, en un clásico y en La Boca, a poner a un par de pibes de campo, Monserrat y Vidal, y al arquerito Rodríguez. Vidal metió el primer gol. ¿Tuvo suerte el técnico? Sí, la tuvo, pero porque lo puso. Más bien no tuvo fortuna con el arquero, que falló un par de veces. A su vez, ¿tuvo la suerte de que Boca lo subestimara de entrada y sufriera dos goles en seis minutos? La cuestión es que le metió dos, y después más, porque siempre fue a buscar otro, no se conformó con la ventaja (de nuevo la lógica) o con sólo defenderla.

Del irresoluto Independiente anterior a este decidido equipo hay un gran cambio. Díaz en el peor momento y los jugadores en todo el partido, no dejaron de pensar que podían ganar, y además que no tenían nada que perder; la derrota ya la tenían en los bolsillos antes del partido. El DT gritaba "vamos que lo ganamos", y perdían faltando pocos minutos...

Se puede triunfar con otras armas, la lógica no asegura que si atacás, ganás. Sólo dice que ganás si pensás en ganar. Fue un fin de semana desconcertante para la cátedra, pero es así de simple.

Por Roberto Perfumo
Diario Olé - 12/03/2012

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En tiempos de impaciencia, el atajo es el pase


Los atajos han ganado reputación. La búsqueda del camino más corto es muy seductora en tiempos de impaciencia. En esa coyuntura se banalizó al pase. Este no debería asociarse con una pretensión estética. Sería manipular su verdadera intención. El pase integra, el pelotazo aísla.

Se podría conceptualizar el pase hasta como elemento defensivo. Si la tengo yo, el rival no puede generarme nada. Pero el pase no tiene prensa. En realidad, hoy nadie quiere asumir riesgos. La responsabilidad hay que trasladársela al otro. El despeje, la pelota dividida y tirarla a la nada se han naturalizado.

El sentido del pase es, como mínimo, dominar. Es ridículo pensar que el propósito de un equipo sea pasarse la pelota sin buscar el gol. Algunos quieren confundir para enseñar su manual de eficacia. Aunque, detrás, buscan maquillar la mala intención. Si un equipo no llega será porque no puede, o no sabe. No porque no quiere.

El pase exige. Más el último, el que asombra. Bochini fue un experto. Ahora queda Riquelme. Pero el pase gol está en extinción. El gran jugador es el que reconoce cuándo están dadas las condiciones para ese toque a todo o nada. El pase gol es el riesgo en estado puro.

Uno de los sentidos del pase es ir eliminando rivales y, además, generar hombre libre para el desequilibrio individual. Depende del pasador, pero también del clima que genera el receptor. Ahí el desmarque es indispensable. A veces, correr y atacar el espacio; a veces, frenar para estar destapado. El control también es esencial para ganar tiempo, para sacarse un rival, para conseguir mayor campo visual y perfilar el pase siguiente. Son fundamentos básicos para un equipo que aspire a ser protagonista. Messi es alguien que siempre encuentra las condiciones para recibir solo en Barcelona porque el equipo se da pases. Son dos aspectos muy conectados. En fin, nadie se pasa la pelota desde el estatismo de la espera. Un gran ejemplo lo brinda España. El fútbol español ha incorporado el pase como elemento asociativo, mientras que el futbolista argentino tiene en su genética la gambeta.

Hay que saber dar el pase. No puede ser lento. Debe ser fuerte. Al pie o al espacio, con velocidad, para que al rival le resulte más dificultoso reaccionar. Se debe entender el viaje de la pelota. Ese es el verdadero atajo, el que sirve para jugar mejor y aumenta las posibilidades de ganar.

Por Diego Latorre.
Diario Olé - 11/03/2012
http://www.ole.com.ar/blogs/la_mirada_de_latorre/tiempos-impaciencia-atajo-pase_7_661803814.html

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Sabella explica cómo le jugó Estudiantes al Barcelona




La explicación de Sabella de cómo fue el planteo táctico contra el Barcelona en la final del Mundial de Clubes.



Recordá ese partido acá:
"Un plan que se quedó sin resto y que careció de peso ofensivo"

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