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Profe, ¿Cómo hacemos?

Fernando Signorini, el PF de la Selección cuenta cómo entrenará al equipo en la recta final para el Mundial. Revela su estrategia, critica la exigencia de los calendarios y coincide con Mourinho.

LA ESTRATEGIA de Signorini será clave para que Argentina tenga éxito en el Mundial.

EL BARULLO marca la tendencia. Las expresiones son genuinas. Se eleva más de lo habitual el tono de voz en las discusiones futboleras en la agitada previa al Mundial de Sudáfrica. Los conceptos de juego surgen en cantidad. El molesto griterío se torna un clásico y conduce a pretender ganar la pulseada. Sin importar el lugar que se ocupe en una sociedad argentina que tapa sus penas con alegrías deportivas, cada cual se cree seleccionador nacional y ofrece su estrategia. Se focaliza en el aspecto táctico-técnico y se descuida la parte física. O peor: ni siquiera se la trata, como si no importara, cuando es un tema tan clave como necesario.

Fernando Signorini, preparador físico de la Selección, planifica. Lejos de la exposición mediática, diseña el camino rumbo a una Copa del Mundo que tendrá una atracción única: Diego Maradona, como entrenador, y Lionel Messi, como el mejor jugador del planeta. Ya sabe cómo encarar la puesta a punto que comenzará a partir del 20 de mayo en el predio de Ezeiza, por más que quizás no le lleguen todos los futbolistas a tiempo debido al almanaque europeo. “La preparación es bastante sui géneris. Los calendarios están recargados y eso genera que uno haga camino al andar. El período es corto. Los primeros días realizaremos los exámenes médicos. Nos enfrentamos a Canadá el 24 de mayo, salimos para Dubái el 26, jugamos el 29, y luego nos iremos a Pretoria el 30. Trabajaremos del 1º al 8 o 9, porque después hay que hacer descansar al equipo. Los días útiles no serán tantos. Ultimamente la preparación se desvirtuó. Si el Mundial es tan importante, los torneos tendrían que terminar con bastante antelación para permitir lo que hizo la Argentina en el Mundial 86, al estar 40 días en la concentración del América previo al primer partido”, señala el ex PF personal de Maradona de 1983 a 1994 –con ciertas intermitencias a partir de abril de 1991– y de César Menotti en Independiente, Central, Tecos y Sampdoria, entre las instituciones que él mismo recuerda.

La distancia con los futbolistas convocables no es una barrera que le impida detener su marcha. El seguimiento es diario, sea a través de tecnologías avanzadas, desde el manejo de Javier Vilamitjana, su mano derecha, el profe alterno, o vía telefónica. Los jugadores no reciben instrucciones, sino que cada uno se mueve según lo que indican sus clubes. “Estamos al final de la temporada, cansados, y hay doble sesión de entrenamientos”, reveló Carlos Tevez, situación que el Ciego conocía, alarmante a la hora de diagramar la rutina. “El entrenamiento constará de dos partes: esfuerzo y descanso. Los jugadores están agotados, no sólo desde lo físico, sino también desde lo mental. Me preocupa. Los preparadores físicos italianos coinciden en que no se pueden disputar 60 partidos por temporada. Es una enormidad. La administración de los tiempos de recuperación, del descanso, del entrenamiento invisible y de la alimentación serán tanto o más importantes que los esfuerzos. Nos dedicaremos a lo que Diego necesite para que el equipo pueda entender su idea y ponerla en práctica. Será un desafío interesante, ya que se privilegiará el entrenamiento individual en un deporte de conjunto”, señala.

Siempre hubo polémica sobre qué afinar en los 20 días previos al Mundial. Algunos eligen bajar la carga, otros aumentarla. El hombre, de 59 años, explica su idea: “Si queremos imponer las teorías que cada uno tiene, sería un gran error. No hay tiempo para que se puedan asimilar. Nos adaptaremos nosotros a ellos. Debemos incentivarlos a usar la inteligencia y escuchar sus necesidades. El trabajo será acorde con las posibilidades de entrenamiento que cada uno muestre. En más de uno debemos frenar el potro del entusiasmo porque habrá mucha adrenalina. Importa que lleguen sanos. Se impusieron métodos masacrantes en los últimos tiempos, que dejaron una cantidad increíble de jugadores con ligamentos cruzados rotos. No hay que privilegiar la cantidad sobre la calidad, ni hacerles hacer a todos lo mismo. Esto es un conjunto, pero cada uno es diferente. Hay jugadores a los que no hay que tenerles miedo, por más que sean superestrellas”, confiesa.

¿Incidirán la altura, el clima?
Disponemos de 12 días para el primer partido. No afectará la altura porque encontraremos el oxígeno al nivel del mar. Iremos con el mismo clima y habrá cinco horas de diferencia, pero no las sufriremos. Si toca tiempo lluvioso, los campos de juego estarán pesados, y el equipo que vaya al alargue tendrá cargas adicionales a su rival, que a lo mejor no lo jugó. Se pondrán los entrenamientos en horarios en los que más o menos se juegan los partidos, para que las condiciones sean lo más idénticas posibles.

¿Los jugadores podrán tener un chocolatín debajo de la almohada?
Habrá un cocinero y su ayudante, a quienes manejará Villani, médico del plantel. La alimentación es vital. Después, si se acaba la picardía, se termina el buen fútbol. Todos los grandes jugadores han sido pícaros y hacen cosas que teóricamente al cuerpo no les hacen bien, pero sí al espíritu. Hay que considerarlo.

EL PROFE signorini fue preparador personal de Diego y hoy lo acompaña en la Selección.
SU SAPIENCIA no la construyó en Harvard, ni en Cambridge. Lector incansable –empezó regalándole libros a Maradona y aún lo extiende a diversos futbolistas–, admirador de Eduardo Galeano y amante del folclore, atesora enseñanzas de personajes de envergadura como Di Stéfano, Cruyff, Beckenbauer, Pelé, Menotti, Maradona, así como también de estandartes de la literatura, la música y el periodismo. Defensor de la impronta de jerarquizar al jugador, establece diferencias en la preparación de los cuerpos según la posición en la cancha. “Nunca queda al margen, porque cada puesto requiere un esfuerzo distinto. En este breve período, no estamos para hacer experimentos, sino para buscar soluciones entre todos”, se embala.

Entonces, ¿se trabajará distinto con un jugador rápido que con otro más lento?
Seguro. Además es muy importante la participación del cuerpo médico con los controles periódicos. En definitiva, la preparación física también es responsabilidad del entrenador porque marca los tiempos. Tienen que ver el médico, el kinesiólogo, el jugador y también el PF. Pero no creo que seamos decisivos. Los mejores equipos de la historia fueron los que mejor jugaron. Leí un libro de Mourinho, donde él asegura que no hay espacio para el preparador físico convencional en su cuerpo técnico. El no discierne entre preparación física, técnica y táctica. Va todo unido. Entonces, un preparador físico debe saber de fútbol antes que nada. Los equipos se entrenan de modo racional en Europa. El núcleo de la preparación es a partir del juego y lo que se desarrolle en el gimnasio tiene que ver con casos puntuales.

¿Coincidís con José Mourinho?
Absolutamente. También es la opinión de Menotti, Bilardo, Guardiola. Incluso, cometí cantidad de errores como preparador personal de Diego en busca de un nuevo sistema, pero él era tan formidable que ni siquiera el mayor de mis errores podía afectar en algo su eficacia. El lo solucionaba desde su talento.

¿Cómo hay que preparar a Messi?
Alguna vez dije que la preparación de Diego era como la de un gato para cazar ratones. El caso de Messi es el mismo. Debemos protegerlo, cuidarlo, apoyarlo desde la racionalidad. No hay que entusiasmarse porque este chico entusiasma a cualquiera. Mueve las piernas a una velocidad inverosímil y tiene una ductilidad para llevar la pelota que, unida a su talento, a su inteligencia, y al hecho de que trata no sólo de ser el mejor, sino de dar lo máximo de él mismo. Diego se conformó. Si se hubiera preocupado más por dar el máximo de sí mismo que por ser el mejor del mundo, hubiera sido mucho más.

Sin entrar en política, ¿por qué se le exige más a Messi, por ejemplo, que a algún funcionario público de peso?
El fútbol es un hecho cultural. No sé si cada argentino soñó con ser presidente. Pero sí con ser el mejor jugador del mundo o el mejor entrenador del mundo, y desde ahí se parte. Esto habla de una profunda desculturalización. Si Leo no juega en la Selección como en Barcelona, es porque ahí hace cuatro o cinco años que está con casi el mismo equipo, se conocen desde lo deportivo y lo humano de un modo profundo. Las ansias de Leo por querer hacer las cosas bien en la Argentina son las que lo atenazan. Si el equipo no tiene tiempo para los ensayos, la partitura no suena de la mejor manera.

¿Qué clase de equipo se verá en escena?
Una vez me llamó un técnico para decirme que quería que los suyos volaran. Los jugadores no son pájaros. Ellos tratan de dar lo mejor. Después están los imponderables. Si la suerte te juega a favor o en contra, es determinante. No conozco un equipo que haya salido campeón con mala suerte. A los jugadores los quiero sanos porque ya están preparados. La preocupación es que cada uno llegue de la mejor manera a cada partido. No sólo influye lo físico. No hay equipos mal preparados en el mundo. Pasa que algunos se imponen a otros porque son mejores o ese día les salieron todas. En el fútbol, muchas veces dos más dos no es cuatro. Si fuera así, Brasil le hubiese ganado a Uruguay en el 50, y no ocurrió.

BUENA ONDA con Messi. La preparación de Lio le recuerda a la diagramaba para Diego.
PADRE DE DOS HIJAS, no se conformó con elaborar glicerina junto a sus hermanos en la empresa que les dejó el padre en su Lincoln natal. Tras experimentar en Rivadavia -club linqueño- y Atlético Quiroga como preparador físico, se casó el 3 de mayo de 1983 y viajó el 4 hacia Madrid con pasaje de ida y 1.100 dólares. Si bien se excusó en solucionar papeles por su título, la idea era dialogar con Menotti, que dirigía el Barça. Como su mujer, Carmen Zanini, daba clases de tenis, él también debía aportar dinero. En consecuencia, se plantó como sereno en un lugar que tenía el Patronato de Leprosos en el Paseo de Gracia. “Lo hacía de 22 a 10. Me ayudó a valorar cada momento de mi vida como si fuese el último”, admite. No obstante, consiguió su recompensa. “Me seducía el fútbol que proponía Menotti. Después de ir 15 días a las prácticas y de esperar afuera, logré pasar por un amigo de Diego y le comenté a César lo que hacía y mis intenciones. A partir de ahí, me autorizó a ingresar y así arranqué”, cuenta.

A 27 años de la aventura que le modificó su vida, disfruta de un microclima exigente. “No me esperaba estar en la Selección. Le agradecí a Basile, cuando me lo crucé. No fue algo risueño, sino una realidad. Sentí emociones cruzadas ni bien me llamó Claudia. Volver a trabajar con Diego después de tantos años, en este momento tan importante de su vida, que hiciera un clic como si no hubiera pasado un día y confiara en mí, es un halago. Uno siempre desea ser parte de la Selección. Es algo distinto: dejás de trabajar para la alegría de un sector y lo hacés para tratar de generarles alegría a todos. No tanto para aquellos a quienes les sobra, sino para aquellos que no tienen nada, que son la mayoría y que están tan mal”, afirma.

¿Qué te pide Diego?
Es un jugador que no juega porque no se anima a ponerse o porque no hay un técnico que lo ponga. Quiere que cuide a los jugadores. Tampoco necesita decírmelo. Ya lo sé. Muchas veces, su mejor entrenamiento era descansar. Cuando uno piensa en la práctica, se imagina transpirar, el esfuerzo; pero no. Además, hay que privilegiar el recargar energías para volver a estar bien.

¿Qué significa ser el preparador físico de la Selección en un Mundial?
Es la guinda del postre. Siendo un sueño alcanzar el título, lo deseo mucho más por Diego que por mí. Para él sería cerrar una fábula de vida incomparable desde lo deportivo.

FIEL A SUS AMIGOS, reconoce que Don Diego es el mejor Maradona que conoció. Fernando Signorini suele charlar con dos personajes con los que cualquier argentino quisiera hablar. A Maradona lo encuentra los martes en las reuniones del cuerpo técnico; y a Menotti, los miércoles en algún restaurante de Buenos Aires. Sin embargo, no se marea. Entiende que el desafío está a la vista. Por eso, regala otro mensaje: “Salir campeón del mundo no me cambiará la esencia. Mi máximo anhelo es ayudar a los chicos en su formación integral al acercarles un libro que les pueda interesar y mostrándoles que la vida no es únicamente fútbol. Igual, si salimos campeones, no festejaré delante de un contrario, sino en la intimidad del vestuario”. Ojalá cumpla y que así sea tras 24 años de agonía.

Por Dario Gurevich
Nota publicada en la edición mayo de 2010 de la revista El Gráfico

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