Ariel Ortega: ¿solución o problema?

El caso de uno de los máximos ídolos de la historia de River Plate, es al menos paradigmático.

Desde la mirada del hincha de River, que conlleva un amor eterno e incondicional, Ortega en el estado que esté tiene que jugar siempre, y más con las últimas actuaciones del equipo.

Desde la mirada del entrenador el tema es más complejo. El líder debe asegurar ciertas condiciones para poder ser eficaz en su difícil rol y ser creíble, confiable y justo para con el equipo, lo cual parece ser una clave.

Y el caso Ortega lo puede poner en el límite de lo injusto, a partir de las concesiones que puede ofrecerle por la adicción al alcohol y por su calidad futbolística. Y lamentablemente de eso no se vuelve. El grupo se lo facturará.

No hay dudas desde el ángulo científico que Ortega debe seguir jugando, porque es la mejor terapia para él, pero como esto no es tenis, es un deporte de equipo, el punto son las consecuencias que esto conlleva.

Para un entrenador tener un adicto en un plantel es un problema. Y más si este futbolista es ídolo, ya que tiene más ascendente sobre los seguidores que el propio entrenador (y sino preguntarle a Simeone que aun siendo campeón, pagó con tres malos resultados la difícil decisión de separar a Ortega del equipo por una llegada tarde y en estado no óptimo).

El tema siempre parece ser el mismo: qué tratamiento hace, con qué apoyo familiar cuenta y si verdaderamente quiere dejar la bebida.

Un hecho llamativo y que merece el lugar adecuado es la edad de Ortega y la cercanía del retiro. Está a punto de cumplir 36 años. Por más que ahora se repita lo sucedido con Simeone y él no esté jugando, amenazó en estos días con irse a otro lado, como ya ha sucedido con muy poco éxito. El dice querer retirarse cuando él quiere, pero sabemos que no es tan así. Ortega es de River y es River.

Y además Daniel Passarella, presidente flamante del club, es como su padre postizo.

Pero un día el fútbol le dirá basta si él no sabe decirlo antes. Y Ariel no parece estar preparado para ese momento como el 90 por ciento de los futbolistas de elite.

Por último decir que el sistema lo quiere seguir utilizando, pero pocos reparan en el ser humano que hay detrás del futbolista, y que tendrá que vivir fuera de la cancha muchos años más. El fútbol es “una picadora de carne”, él está enfermo, pero todos miran para otro lado. El show debe seguir. Que nadie se atreva a tomar el toro por las astas.

Por Marcelo Roffé
Presidente APDA
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