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Aguantar el dolor o pedir el cambio es la gran cuestión

Cuando Mascherano no acepta salir luego de lesionarse contra Colombia, responde al espíritu que exige Diego pero también reafirma una virtud básica del jugador.

(Roberto Perfumo. Diario Olé. 09/06/2009)

Un boxeador no puede, no debe parar la pelea por su cuenta cuando viene mal; y un futbolista no se puede "sacar" de la cancha si se lesiona. Los combates los paran los árbitros de boxeo o los managers tirando la toalla. Y a los jugadores los sacan los médicos o el técnico. El manual dice que esto es universal y atemporal.

Yo vengo de una época en la que nos daba vergüenza quedarnos en el suelo. Era de "maricas" llorar porque nos habían pegado. Hoy, el futbolista convertido en víctima --mejor negocio que ser victimario--, ante el primer dolor fuerte se va de la cancha. Lo vemos en los equipos locales, y en la Selección en los Mundiales. Cuando Maradona reclama más actitud y compromiso, incluye seguramente el tema de la excesiva sensibilidad para con los dolores causados por una lesión. "De un Mundial me tienen que sacar muerto"...

Diego tuvo actuaciones épicas (recordar Italia 90), jugando con un tobillo maltrecho y faltándole la uña del dedo gordo de un pie, tal vez el peor de los dolores. Opinó una vez en contra de que el Pato pidiera el cambio contra Alemania en el 2006 y ha elogiado la entereza de Verón de jugar infiltrado. Es de pensar que esto habrá influido en un gesto de Mascherano que debe haber alegrado al técnico. Ya en el segundo tiempo contra Colombia, Javier pasó de golpe al ataque y pateó al arco, casi cayéndose. En el suelo, con una mueca de mucho dolor, se tomó la pierna.

Los síntomas parecían de un calambre, pero lo esencial es que se quedó en la cancha pese a los enérgicos pedidos de Verón y Heinze para que se fuera. Se la bancó, jugó hasta el final. El capitán y líder que eligió Diego se dijo: "No me duele, sigo". Gran reafirmación del espíritu que se necesita para estar en la Selección.

En el 66 --Mundial de Inglaterra-- íbamos a jugar contra los locales el famoso "partido de Rattin". Yo venía con un aductor maltrecho, pero pensaba que si se lo decía al Toto Lorenzo me iba a limpiar, justo en un partido que no me quería perder. Claro, también arriesgaba demasiado porque entonces no había cambio de jugadores en pleno partido. Me temblaban las gambas cuando entré al viejo y mítico Wembley. Pero, incluso hasta hoy, el aductor no volvió a molestarme.

Masche lo decidió durante el partido, algo que es más traumático, e impulsó la idea de la "onda macho" que pregona Diego. Humildemente, para ayudar, yo sugiero otro cartel para el vestuario: "No duele, no duele". Tal como le decía su segundo cuando Rocky llegaba roto al rincón.

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