El equipo de los nombres
La fe en la garganta ponían el Roto y el Gordo esa tarde en el Bar de los Sábados cuando uno aseguraba que Brasil del 70 fue el equipo más inigualable de todos los tiempos y el otro le replicaba que no, que no y que no, porque el inigualable entre los inigualables fue Holanda del 74. Entonces, apareció el Alto, experto en traer calmas y también experto en revisar equipos, y dijo, convencido, que el más inigualable fue uno de un barrio del oeste. Asombroso, extraordinario y, desde luego, inigualable equipo: según lo que le pasara, cambiaba de nombre.
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