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Si no se admite que hay tres resultados...

Trabajar sobre el "drama" de haber perdido no es resignarse a entrar en una racha de fracasos sino, al revés, un punto de partida para superarlos.

(Por Roberto Perfumo para Diario Olé)

Es curioso, pero en el fútbol no se trabaja la derrota. Esta circunstancia que liquida jugadores, entrenadores y directivos debería estar en todos los manuales, ser materia básica en los cursos de dirigentes y técnicos. Pero no, no figura.

Fui director de la Escuela de entrenadores del Sindicato de los técnicos, y doy fe de ello. No hay, por lo tanto, manera de saber qué hacer cuando nuestro equipo (si somos técnicos) se come una racha de derrotas que pongan en duda nuestro trabajo. En tiempos de tanto exitismo, esto es grave. Porque de tres resultados, se elimina uno. Se sabe trabajar la victoria o el empate, pero no la derrota. Al no saber qué hacer cuando perdemos, suprimimos un tercio de posibilidades para la continuidad del equipo. Todos, jugadores y entrenadores, sabemos de la felicidad de volver al trabajo semanal después de una buena victoria. Todos llegan dispuestos a correr y a jugar; incluso como una forma de diversión. Que es la mejor manera de hacer deporte, aun el profesional. ¿Pero cómo hacer para que el clima sea el mismo, gespués de perder?

Lo digo de nuevo: aquí es total la ignorancia sobre cómo trabajar la derrota. Sencillamente, no la aceptamos ni admitimos la idea de que el otro fue mejor; de que fuimos, o somos, inferiores. De hecho, el mayor "odio" está puesto en dos países de los cuales, y no sólo en fútbol, somos "hijos": Brasil e Inglaterra.

Todo esto viene a cuento en relación a lo sucedido en la última fecha, y referido a lo bien que trabajaron la derrota Ramón Díaz en el trabajo semanal luego de perder con el Pincha, y Passarella en el entretiempo del clásico tras ser vapuleado por Boca en los primeros 45 minutos. Angel Labruna fue un genio en esto de elaborar la pérdida. Por pillo, o por sabio, jamás nos hacía recordar las cagadas que habíamos cometido. Sólo decía: "Ya pasó, no volverá a pasar". El no lo sabía —o tal vez sí—, pero la mente es fantástica. Porque si invertimos el ejemplo, con sólo evocar una victoria el ánimo se vuelve ganador, se olvida la derrota, se elimina el pensamiento perdedor y aparece el positivo. Passarella obró igual en el entretiempo del clásico. No estuve ahí, pero no hay mucho misterio. Seguramente dejó de reprochar y alentó a su gente.

Cuando después de un espantoso primer tiempo los jugadores esperaban un reto histórico, el técnico los contuvo, hizo como si no hubieran jugado mal. No se enojó, no censuró, no llegó a la descalifición. "Hasta acá ellos fueron mejores, pero ya pasó", habrá sido el mensaje: "Olviden la derrota, pueden revertirla". Y pudieron... Trabajar la derrota es todo un tema. Y hay que encararlo, porque el fútbol tiene tres resultados; y estamos negando, o no trabajando, uno de ellos.

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