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La época del gol fortuito

Casi todos los goles en el fútbol argentino tienen un alto componente azaroso. Aparecen por situaciones no preparadas, curiosas, hermanadas a lo inesperado y a lo fortuito. Cuando el gol no llega como consecuencia de una búsqueda sistemática, los resultados muchas veces se terminan alejando de la lógica del partido. Mi hipótesis es que el gol aparece por inspiración, por aciertos individuales, por distracciones, por accidentes y por la fuerza relativa que domina al fútbol. O sea, no se advierten tendencias claras en el juego que propicien desenlaces. Lo que se logra en el área -grande o chica- contraria es tan efímero como casual.

Es imposible separar esta marca de época de su contexto: un fútbol pobre a discreto, un ambiente violento y un sistema que se sostiene con la venta de talentos precoces. En ese batido de urgencias emergen situaciones extrañas. Lo extraño no siempre es explicable.

De ahí que resulta necesario tener una gran dosis de humildad para incorporar el azar a nuestro análisis. Cuesta argumentar todo lo que sucede dentro de un partido de fútbol. No hay método. Por lo tanto, muchas acciones -como el gol- carecen de causalidades.

Sí hay causas para profundizar sobre los posibles motivos de la crisis. El armado y desarmado de equipo en semanas conspira contra la armonía colectiva. El juego se construye a partir de costumbres, de afinidades, de planificaciones. Y el gol, también.

Podemos ir más allá con una segunda idea global: en este fútbol es difícil imponer condiciones porque el protagonismo tiene poca aceptación. Sin protagonismo ni afán por tomar la pelota en plan de ataque, lo que brota es la espera, la especulación, la búsquedano intencional. Por tanto, nada es fiable. Se extrañan los goles prefabricados con habilidad, rutina y la superioridad numérica.

Un contrasentido es que mientras el gol por azar se multiplica, el gol con pelota parada se sobreestima. Pero la realidad es que de 50 córners y de 30 tiros libres puede llegar a entrar uno... Entonces, ¿dónde está la preparación de ese gol táctico? Se reviste de seriedad y jerarquía a aquél que cada tanto saca rédito de este recurso. Cuando lo concreto es que en líneas generales se gana por intuición.

No es que los equipos practican simplemente el juego del desorden. Disponen de ciertas coordenadas, movimientos, hábitos y mecanizaciones. Sin embargo, gran parte de las cosas que se desarrollan en la competencia no tienen que ver con lo programado.

Hay un mal rechazo por acá, una mala salida por allá, un rebote que queda picando, un gol. Todo sigue: poco ingenio, pocas habilidades del futbolista promedio, déficit de formación en lo conceptual y otro gol. En tenis eso se llama error no forzado. No forzado por la virtud del rival.

Los posibilidades de ataque son infinitas en tanto y en cuanto el equipo lo haga posible con mecanismos aceitados. Claro que, antes que nada, hay que plantear qué se quiere. Si sólo se pretende amontonar jugadores y comprimir espacios va a ser difícil cambiar el Norte de la definición. Al cabo, se impone cada vez más aquello impensado. Lo fortuito en nuestro fútbol no es sólo el funcionamiento colectivo. También lo es el funcionamiento del gol. ¿Y la tabla? ¿Y los campeonatos?

Por Diego Latorre
Diario Olé - 01/04/2012
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