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Líder que no cambia, cambia al equipo

Ramón Díaz tiene algo del estilo de Pizzuti, Zubeldía o Labruna: en la mala sabe cómo convencer al jugador y cómo comprometerlo con el grupo.

El giro de 180 grados que dio el Cuervo hará del Pelado Díaz el hombre de la semana y originará miles de conjeturas de toda la cátedra, y me incluyo. Es increible la diferencia con lo visto en el 2006; y fue valiente animarse a tomar un plantel destruido anímica y futbolísticamente. El liderazgo de Ramón empieza por él mismo, por el dominio de su propia voluntad. Pesada lápida se quitó de encima. "Sólo es para River", decíamos. Luego siguió desmintiéndonos: "No tiene jugadores, no le trajeron refuerzos", fueron otros pálpitos agoreros. Pero nos está dando un gran ejemplo del poder de un líder; y no sólo en un plantel de fútbol...

En primer lugar, su forma de ser. En el Ciclón cambió todo menos él, algo esencial. Recuerdo los futbolísticamente arruinados Racing de Pizzuti y el Pincha de Zubeldía. En el 65 íbamos últimos ambos. Como ni José ni Osvaldo cambiaron su forma de ser, cambió lo malo del entorno. Y los dos clubes pudieron llegar a lo más alto de sus historias.

También vale la analogía con el River de Labruna, alicaído por 18 años de frustraciones. En la parte final del 75 empezamos a perder y parecíamos caernos. Pero Angel no cambió, fue el mismo que cuando íbamos diez puntos arriba. Ante el clima algo complicado le sugerí cambiar el lugar de concentración. "No se asuste, igual vamos a salir campeones", me dijo.

El liderazgo de Díaz es ideal para esta sociedad "comelíderes" de hoy. Porque lo es sin parecerlo. Su estilo campechano, que no esconde al pillo que lleva adentro; su buen humor bien medido, su visión del lado bueno de las cosas (en eso se asemeja mucho a Labruna) hacen que llegue al jugador y lo convenza de que es más de lo que el mismo jugador cree.
No es "censor" como algunos de sus colegas (si se vieran en la TV durante el juego con cara de querer matar al que se equivoca)... Se queda con lo bueno, no corrige errores sino que reafirma virtudes; tema clave en el vínculo técnico-jugador. Los pibes de hoy se revelan reactivos cuando el técnico les marca un error; y no les entran ni las balas. Ramón es un especialista en el manejo de los tonos. Llegó, y enseguida comprometió al hincha con la causa: "Hay que alentar, es lo que hay". Siguió con los jugadores, convenciéndolos de que pueden, comprometiéndolos con el grupo, el hincha, la camiseta y la propia profesión.

Resultado: este San Lorenzo es un equipo comprometido con sí mismo. Y no hay tantos por qué... El Pelado es sencillo para hablar y para vivir. Es igual a aquel pibe que venía de la Sexta de River a hacer fútbol con nosotros, al que cagábamos a patadas e igual se iba contento. Es el mismo, no cambió. Por eso cambió San Lorenzo.

Por Roberto Perfumo
Diario Olé

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